martes, 9 de diciembre de 2008

Las verdades de ayer y de hoy

Las verdades de ayer no son las verdades de hoy. A lo largo del peregrinar por la vida vamos conociendo realidades parciales, que se transforman en realidades totales a traves del pequeño “agujero” de realidad que somos capaces de ver.

A medida que vamos creciendo físicamente, en edad o en conocimientos, ese pequeño agujero se va haciendo mayor, y nuestra percepción de la realidad total va cambiando y se va adaptando a ese nuevo tamaño de “agujero”.

Pero el ser humano (unos más que otros) suele ser soberbio e intolerante, y siempre cree que su agujero es el todo, la visión total de la realidad. Esto ocurre a nivel “macro” y a nivel “micro”.

A nivel “macro”, a lo largo de la historia todos los “sabios” de cada momento comenten siempre el mismo error: Creer que su realidad es la única y que sus conocimientos son verdades en valor absoluto, no revisables, dado que han llegado a conocer la verdad. Eso mismo ocurre con los sabios de hoy en día.

A nivel “micro” no hay que mirar al lado para comprobar como la mayor parte del personal procede a generalizar experiencias particulares como si fueran dogmas de fe, cuando en realidad son lo que son, experiencias particulares.

En mi opinión falta un poco de tolerancia, visión de totalidad, y “subirse a la mesa” como en “El club de los poetas muertos”.



Ya se... ya se... hace seis meses... pero un día por otro...

lunes, 2 de junio de 2008

El azar

¿Cómo funciona el azar? Nadie lo sabe. Al menos cuando hablamos de un único suceso aislado. Si alguien descubriera como funciona, ese alguien se forraría, o bien, se acabó el negocio para los casinos, loterías y demás.

Muchas veces pienso que un nuevo Newton del siglo XXI va a tirar una manzana al aire (en este caso un dado) y va a descubrir las leyes que rigen ese azar. Entre tanto llega esa mente privilegiada, no nos queda más remedio que aguantarnos.

No me gusta el azar. Prefiero ser yo quien maneje mi vida. Sin embargo, he descubierto (hace ya bastante) que por mucho que nos queramos abstraer al azar este nos persigue, y no se puede vivir ajeno a él. El azar forma parte de todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida. Decía Luis del Val que nacer en sí mismo ya es una lotería. Imaginemos cuantos espermatozoides de papá iban en busca del óvulo de mamá. Otro espermatozoide diferente, u otro óvulo diferente habría hecho que el indivíduo que soy hoy hubiera sido otro.

Después donde caemos. Hemos nacido aquí, pero si hubieramos nacido en otro barrio, en otra provincia o en otro país nuestra vida sería completamente diferente. No conoceríamos a las mismas personas, ni tendríamos los mismos conocimientos ni tampoco, probablemente, las mismas aficiones.

Siempre pienso que he tenido mucha suerte de haber conocido a mi pareja. Pero si cualquiera de las veces, solo una, en que el camino de mi vida se ha bifurcado en dos, y mi vida hubiera ido por el otro lado, hoy no estaríamos juntos, ni probablemente nos habríamos conocido.

No se si existe el destino, pero lo que sí que tengo claro es que existe el azar. Y que no soy yo quien lo controlo. Nunca sé las consecuencias posteriores de mis decisiones, y por lo tanto, mi elección está truncada. Y eso sin condicionar los azares externos, aquellos que hacen que cuando planeas ir a la playa llueva, o que la puñetera bolita no salga como tú habías previsto.

En fin, que seguiremos sin controlar nada, bien sea por el destino, bien sea por el azar.

viernes, 1 de febrero de 2008

La democracia

Principios del siglo XXI: El español medio se sigue mirando al ombligo presumiendo de las bondades de nuestro sistema político, nuestro sistema democrático.

Un sistema político en el que se compran votos por 400 euros (o por algo peor, por un bocadillo).

Un sistema político donde la inflación está disparada, y a pesar de que el crecimiento económico está sostenido, se decide inyectar dinero en el sistema a costa de comprometer el control de la inflación. ¿Por qué? Porque el español medio no tiene ni pajolera idea de economía. No tiene ni pajolera idea de temas fiscales. No tiene ni pajolera idea de casi nada, excepto eso sí, de los programas basura. Y ese español medio que no tiene ni idea de nada vota. Pero no vota basándose en un programa o en unas ideas. Vota en función de las consignas que se dan y que casi todas por no decir todas son mentiras. Vota por los cuatrocientos euros, o porque España se rompe o porque hay trituradoras de niños o porque supuestamente es bueno subvencionar el alquiler (que lo único que ha conseguido es que los alquileres suban de forma paralela a la subvención).

Según una encuesta publicada hace unos días el 70% (setenta de cada 100... que no es poco) de la población española creía que la subida de los tipos de interés es competencia del gobierno español.

Pues bien, todos esos votan. Y con su voto basado en tonterías deciden quien va a gobernar en este país. Y eso no marca solo sus vidas, marca también la mía.

No creo que la democracia sea el mejor sistema. Solo creo que nuestra limitada psique aún no ha encontrado un sistema que sirva. Porque este sistema, mal que pese a quien pese, no funciona.

Al final esta democracia no es más que una dictadura, la dictadura de los medios, la dictadura de los borregos.

jueves, 3 de enero de 2008

El vacío

Como sigo tragándome los documentales sobre el universo (los recomiendo encarecidamente a aquellos que dispongan del canal de historia) me vienen a la cabeza reflexiones que me están cambiando la forma de pensar sobre las bondades de la profesión de astronauta.

Siempre me ha fascinado la posibilidad de un viaje espacial y mucho más la posibilidad del paseo por el vacío del espacio.

Recuerdo en el libro 2010 cuando están orbitando alrededor de Io (satélite de Júpiter) las dudas del profesor Floyd, y sus mareos simplemente mirando hacia abajo a una altura considerable (ya he dicho que estaban en órbita) cuando salían de la Leonov para ir a la Discovery. Recuerdo cuando lo leí que me sorprendió e imaginé que a mi no me ocurriría.

Pero no lo había mirado desde la óptica que lo miro ahora: El espacio es vació y oscuro, la nada. Es negro, completamente negro y vacío. Es como flotar sobre un gran abismo donde no puedes ver el fondo. Visto de esa manera no se si disfrutaría de un paseo espacial…

Hablando el otro día con alguien me comentó algo curioso y que para algunos puede ser inquietante: ¿Y si al morirnos vamos a un sitio así????

De momento estamos aquí y el único universo que puedo contemplar es el cielo estrellado de una noche despejada, y la vista merece la pena. Quizás en el vacío del espacio la vista sea aún mejor y el vacío sea lo de menos.

Cuando baje el precio de los viajes a la ISS (Estación espacial internacional) prometo apuntarme, porque con lo que cuestan ahora, o me da por inventarme una religión, o digo que me he "iluminao", o lo tengo chungo.