miércoles, 16 de septiembre de 2009

El desafío del límite

Nacemos con unas restricciones físicas y/o mentales que determinan lo que somos capaces de crear, sentir o hacer. Pocos conocen datos reales de hasta donde llegan sus limitaciones, y el resto suelen hacerse una idea muy conservadora de las mismas, infravalorando de esta manera el potencial real de cada uno.
Leer más...Por ello la mayoría de las personas no se aventuran a intentar realizar algo que desafíe esas barreras, grabadas a fuego por estímulos externos, frases repetitivas, familia, amigos o traumas pasados. Esos obstáculos auto-impuestos suelen ser aquellos que nos frenan a la hora de levantar la voz y decir lo que pensamos, crear un relato, pintar, volar en ultraligero, preguntar, reclamar, leer en público, bailar un merengue o correr en una maratón. Cierto es que hay personas que no tienen esas trabas y cantan en televisión ante de millones de semejantes con una voz que imita un gato reumático al que le hubieran pisado la cola, (solo hay que ver algún participante de ciertos concursos televisivos), pero estoy seguro de que esos son los menos.

Esos límites, obstáculos o demarcaciones o como se quieran llamar conforman aquello que tiene relación con lo que habitualmente se conoce como “autoestima”.

En otra entrada anterior comenté que no tengo abuela, es decir, que tengo la autoestima muy desarrollada, y aunque creo que conozco mis límites teóricos estoy seguro de que son solo eso, teóricos y están ahí para ser sobrepasados.

Sin embargo la gente que me rodea, en su mayoría, tienen sus límites mentales en el piso de abajo o en el sótano. Sorprende ver lo competentes que son o podrían ser en distintos campos, tanto laborales como artísticos, y al mismo tiempo lo ajenos que viven a su capacidad. Eso hace que no utilicen sus dones porque no son conocedores de que los tienen, y el resto de los mortales nos perdamos geniales obras, inventos increíbles o innovaciones que no se han concebido porque el hipotético autor no osa desafiar sus límites teóricos, desconociendo que sus fronteras reales están mucho más allá.

No obstante y para que no nos quejemos, la baja autoestima tiene una carga aún peor para su portador porque al resto nos hurta el privilegio de disfrutar de sus creaciones capadas antes de existir, pero a él le limita la vida a otros niveles mucho más importantes. No se atreven a solicitar un trabajo mejor porque no se creen capaces de obtenerlo y a veces se quedan en un trabajo inferior, con peores retribuciones y más tarea. Su diagnóstico es ajeno a cualquier experiencia previa, ya que nunca lo han intentado. Se basa solo y exclusivamente en la falsa imagen de su capacidad que tienen grabada a fuego en su cabeza. Otras veces soportan a un amigo pelma porque se creen que tienen que soportarlo o no encontrarían otro. En ocasiones peores soportan los desmanes de una pareja que no les llega a la suela del zapato porque creen que no se merecen nada mejor, y en otros casos peores aún soportan malos tratos físicos y/o psicológicos por la misma razón. Piensan que tienen merecido lo que les caiga.

En esto solo puedo hablar de mi experiencia y de algo que una vez me comentó un amigo. Mi amigo decía “si optas solo a cien, te quedarás en el mejor de los casos con cincuenta, pero si optas a mil, te puedes llevar mil”.
En lo que a mi respecta puedo decir que “he hecho cosas que no imaginaríais”, más bien cosas que no me imaginaba ni yo, y que gracias a no escuchar a mi límite interior intenté y conseguí. Y en esto no bromeo.

Todos somos capaces de todo. Todos nos merecemos siempre lo mejor. Y lo que es más importante, todos nos merecemos siempre al mejor amigo, o a la mejor pareja. Y si no estamos satisfechos con nuestro trabajo, amigo, pareja, posesiones o lo que sea, es momento de intentar superar nuestros límites mentales y probar nuestros límites reales. Para ello no hay más que pararse un segundo a pensar… ¿Qué pierdo? La realidad, en la mayor parte de los casos, nada, porque comprobaremos que podemos. En el resto de ocasiones, aquellas en las que superemos nuestro limite real, solo una pequeña decepción o como mucho una cara colorada. Si sientes vergüenza piensa en el que canta como el maullido del gato pisoteado, y verás que no pasa nada.

Si lo intentas verás con mucha frecuencia que tu idea sobre tus límites estaba equivocada y que eres capaz de llegar mucho más allá. Que puedes desarrollar un trabajo mejor, y ¿Qué decir del cretino que soportas? Pues que en vez de no merecerle tú a él, lo más seguro es que sea él el que no te merezca a ti. En todos los ámbitos de la vida, pruébate y averigua a donde llegan tus límites. Apuesto a que te llevas una sorpresa para bien.

Como dijo Buzz lightyear, "PUEDO", y al final voló, con un cohete, pero voló.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Esto que has escrito me encanta, Yoddah. Quizás sea porque resuena con algo dentro de mi o porque me hacía falta leer algo así. Cuando alguien tiene la autoestima por los suelos, lo que se puede comprobar es la veracidad del dicho “Del árbol caído todo el mundo hace leña”.

Especialmente me viene a la memoria esas personas que tras haber sido agredidas verbal o físicamente, siguen junto al agresor para recibir más (debe ser mono de leña) ¡Que falta de amor propio, o sea, auto-estima!

Pero anécdotas aparte…. me gusta tu enfoque, así que eso mismo: optimismo… Acordémonos del cuento de Peter Pan, cuando se le había olvidado volar y alguien le dice que para volver a hacerlo tiene que tener un pensamiento alegre.