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No es la única opinión al respecto que he recolectado. Un buen amigo me dijo una vez que el mundo solo se mueve por (y cito textualmente) "la jodienda y el dinero".
Otro ejemplo sería el tema de las tartas de que hablamos el otro día. En mi caso, los placeres en mayúsculas están restringidos a la comida (no precisamente al queso), el sexo y el sueño, y no necesariamente por este orden. Pero hay muchos más placeres en los que no reparamos, que solo echamos de menos cuando no los tenemos.
¿Quien no ha bebido un buen vaso de agua fresca cuando está muerto de sed? (Ping... no es válido, porque entraría en la categoría "comida"... o no... yo creo que no, pero está sujeto a interpretaciones).
Pero hay otros... entrar en un local climatizado cuando fuera hay 40 grados a la sombra, acariciar a un perro, hablar con un amigo, dar un paseo en barca en un lago tranquilo, darse un chapuzón en verano, ver a tu hijo pasarlo bien, una buena película, un buen libro, escuchar música, la sensación que se tiene después de media hora de footing (ya se, droga natural)... ponerse ropa seca después de un chaparrón... o una manta en una noche fría de invierno... la lista sería interminable. Seguro que leyendo esto se os ocurren un montón más.
Pero lo dicho, cuando disfrutamos de esos pequeños deleites no reparamos en la suerte que tenemos de poder disfrutarlos. Y cuando no podemos disfrutarlos los echamos muchísimo de menos.
Así que mi recomendación de hoy: Debemos ser conscientes de cada momento, de cada pequeña satisfacción que nos damos. Así las valoraremos mucho más, y las disfrutaremos más aún. No como mi perrita que cuando le daba un quesito no pasaba por la lengua, pasaba directamente al estómago. No creo que lo disfrutase en lo que valía (el queso es un mal ejemplo, porque ya he comentado que no me gusta, pero a ella sí), y si algún día se hubiera parado a disfrutar del quesito, seguramente las veces siguientes lo hubiera comido más despacio.
Pues nada, a disfrutar.