Existió un personaje allá por los años 30, Henri Guillaumet, que trabajaba en la aeropostal. Era una compañía que llevaba el correo mediante aviones de unos lugares a otros consiguiendo una gran rapidez en los envíos.
Pues bien, ese hombre cubría la ruta Buenos Aires- Santiago. Para cubrir esa ruta debía volar en aeroplanos de aquel entonces por encima de Los Andes, con picos de 6.000 metros de altura.
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Los Andes es una cordillera inhóspita, donde si te caes te hielas (recordad la otra proeza del año 1972, el avión de los jugadores de rugby que se estrelló el 13 de octubre que cuentan en la película “Viven”).
Pues bien, Guillaumet se estrelló el 13 de Junio de 1930, (cuentan la historia AQUI y después de dos días guarecido bajo las alas del avión, tuvo que caminar tres días prácticamente sin dormir (se congelaba), y encontró a un pastor, que le ayudó a salvarse.
Tras recuperarse volvió al trabajo, y volvió a sobrevolar Los Andes otras trescientas y pico veces, del mismo modo, la misma cordillera… con el mismo riesgo…
¿Qué le pudo impulsar a volver a revivir aquel horrendo episodio?
Le he dado muchas vueltas, y creo que es la soledad. La sensación de soledad completa que se siente en una avioneta por esas alturas, con la nieve como única visión, es, desde mi punto de vista envidiable.
¿Quién no ha querido alguna vez estar solo en un bosque o en una montaña y poder estar contigo mismo sin nadie más o gritar sin que nadie te oiga?
Pues va a ser que todos no, hay personas que no envidian ni desean eso. Hoy, hablando con una amiga, me comentaba que ella ya pasaba bastante tiempo sola, que no quería más.
Pero exceptuando aquellos que pasan demasiado tiempo solos, creo que el que más y el que menos ha deseado eso, estar en soledad en momentos o ratos concretos (no de forma perpétua, por supuesto). Yo, al menos, entiendo a Henri Guillaumet. Y me gustaría volar en avioneta, solo, por encima de Los Andes (si es que se puede, claro). Me lo apunto en cosas que quiero hacer antes de morir.
Pues bien, ese hombre cubría la ruta Buenos Aires- Santiago. Para cubrir esa ruta debía volar en aeroplanos de aquel entonces por encima de Los Andes, con picos de 6.000 metros de altura.
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Los Andes es una cordillera inhóspita, donde si te caes te hielas (recordad la otra proeza del año 1972, el avión de los jugadores de rugby que se estrelló el 13 de octubre que cuentan en la película “Viven”).
Pues bien, Guillaumet se estrelló el 13 de Junio de 1930, (cuentan la historia AQUI y después de dos días guarecido bajo las alas del avión, tuvo que caminar tres días prácticamente sin dormir (se congelaba), y encontró a un pastor, que le ayudó a salvarse.
Tras recuperarse volvió al trabajo, y volvió a sobrevolar Los Andes otras trescientas y pico veces, del mismo modo, la misma cordillera… con el mismo riesgo…
¿Qué le pudo impulsar a volver a revivir aquel horrendo episodio?
Le he dado muchas vueltas, y creo que es la soledad. La sensación de soledad completa que se siente en una avioneta por esas alturas, con la nieve como única visión, es, desde mi punto de vista envidiable.
¿Quién no ha querido alguna vez estar solo en un bosque o en una montaña y poder estar contigo mismo sin nadie más o gritar sin que nadie te oiga?
Pues va a ser que todos no, hay personas que no envidian ni desean eso. Hoy, hablando con una amiga, me comentaba que ella ya pasaba bastante tiempo sola, que no quería más.
Pero exceptuando aquellos que pasan demasiado tiempo solos, creo que el que más y el que menos ha deseado eso, estar en soledad en momentos o ratos concretos (no de forma perpétua, por supuesto). Yo, al menos, entiendo a Henri Guillaumet. Y me gustaría volar en avioneta, solo, por encima de Los Andes (si es que se puede, claro). Me lo apunto en cosas que quiero hacer antes de morir.
2 comentarios:
Te recomiendo este libro:
-Hacia rutas salvajes - John Krakauer
Tambien tienes la opcion de la pelicula (este en las primeras posiciones de mi ranking de pelis favoritas)
-Hacia rutas salvajes de Sean Peen. Año 2007
Gracias, me lo apunto :-)
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